Justicia que tarda no es justicia, eso lo sabe muy bien la víctima de esta historia. Ella fue atacada en septiembre de 2017 y la fiscal a cargo del caso, Yulianna Miranda Garro, le pide que no declare por despecho, ni odio, que tenga compasión de su agresor porque «es un hombre que está muy enfermo».
«Discutí con él porque estaba tomando alcohol y no podía porque estaba en tratamiento con retrovirales por el VIH y me tiró gasolina, me prendió, me quemó y no me socorrió en ningún momento. Tuve que salir corriendo a la calle, allí un vecino me tiró arena para apagarme, luego me subieron en un taxi para llevarme al hospital y él me dijo que cuidado con lo que decía, que pensara en mis hijos».
Pablo Hilario Pio Yana se llamaba antes de intentar matar a su pareja prendiéndole fuego, Pablo Hilario Bordone Sarmiento se llama ahora. Luego del feroz ataque el presunto agresor se cambió de nombre, quizá creyó que con esta burda acción escaparía de culpa, pero, a pesar de la artimaña, está siendo investigado por lesiones leves y por tentativa de feminicidio.
El ataque se produjo el 11 de septiembre de 2017, tres años han pasado y sólo se ha formalizado la denuncia por lesiones leves. La denuncia por tentativa de feminicidio se encuentra aún en investigación. La 4ta. Fiscalía Penal Corporativa de San Juan de Lurigancho, se ha tomado las cosas con calma, además la fiscal del caso, Yulianna Miranda Garro, según la víctima, no creería en su denuncia: «No hables por despecho, ni odio, el señor está muy enfermo ─me dice la fiscal. Me siento desamparada».
A pesar de las acusaciones en su contra, Pablo Hilario Pio Yana o Pablo Hilario Bordone Sarmiento enfrenta este proceso en libertad y eso tiene muy asustada a su víctima. «Desde el primer momento en el que me atacó me amenazó, iba al hospital y me decía que tuviese cuidado con lo que decía, que tomaría represalias con mis hijos por eso tarde casi 6 meses en denunciarlo, al final lo hice porque amenazó con matar a mis hijos».
TeleoLeo.com entrevistó a esta mujer de 29 años de edad, madre de dos niños, ella tiene quemaduras de tercer y segundo grado en 95% del cuerpo y eso la imposibilita de seguir trabajando. Era cocinera en un restaurante y en un bar, y con las quemaduras no se puede acercar al fuego. «Ahora vendo dulces en las calles y autobuses porque tengo que mantener a mis hijos, además, tengo mucho miedo por las amenazas de mi agresor. Sólo quiero justicia, nada más».
Ella nunca más podrá hacer vida normal, aparte de las lesiones físicas, se encuentra muy mal anímicamente. Luego del ataque y de la denuncia ella y sus hijos fueron ingresados en un albergue durante 9 meses mientras le daban medidas de protección, estando allí, el MIMP (Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables) le brindó terapia psicológica, «pero sólo durante los 3 primeros meses, dos sesiones por mes, luego ya nada porque siempre me están reprogramando y cancelando las citas».
Sólo de explicar su testimonio a teleoLeo.com y de revivir lo ocurrido, no pudo dormir. «Desde el ataque cuando tengo preocupaciones me duele muchísimo la cabeza, me tomé pastillas para dormir y las vitaminas para los nervios pero ni así me pude tranquilizar, he tenido que ir al hospital; pero es que si no cuento lo que me pasa, si no habló no sé qué será de mí porque la justicia no me hace caso».
Antes y después
Estas imágenes son duras, pero necesarias para hacer reflexionar a las autoridades sobre por qué este caso, con consecuencias tan trágicas para esta mujer, está demorando tanto. Cuánto más tiene que esperar ella para sentirse tranquila, cuántas amenazas más debe sufrir para que su agresor sea encerrado y castigado. Esperemos que no estemos hablando de otros 3 años.
Este martes 3 de marzo se realizará una audiencia, en ella se visualizará un vídeo proporcionado por el investigado. Desde el primer momento de la denuncia, el agresor ha dicho que ella se prendió fuego sola porque él no se quiso quedar a dormir en su cuarto. Esperemos que la fiscal Miranda Garro que pide a la víctima compasión para el agresor enfermo, vea de una buena vez quién merece no sólo su compasión, sino además la mayor eficiencia de la que sea capaz para formalizar ya la denuncia penal.